28 de diciembre de 2007

DJ, play a song for the lovers, tonight. Please, play a song for the lovers, tonight.

¡Que el 2008 sea un año fetén!

Tras la barahúnda familiar de la cena de noche vieja y tras asistir impávidos a la infame retransmisión de las campanadas del vil y huero presentador Ramón García, comenzábamos los de siempre el año 2007 como acostumbra: del Cherokee (esta nochevieja puede ser la última que esté abierto antes de su transformación en una común vinoteca) al Bazar, pasando, como no podía ser de otra manera, por el Chuca y la Raspa.

Y alargando la noche se acercaba el día 5 de enero y los Reyes, conscientes de mi simpatía por las ideas republicanas, se alejaban con su magia del árbol. Y así llegó el momento de regresar a Santiago de Compostela, al lugar donde la lluvia es arte, donde el cielo es siempre gris. Esto suponía retornar a la lluvia incesante y a los días pardos, con toda la gama de grises a nuestra disposición desde primera hora de la mañana, cuando lo lluvia arreciaba y el pulquérrimo parque de la Alameda se convertía en un camposanto de paraguas. Y llegamos a febrero, con sus indisociables exámenes, con interminables horas (im) productivas en las bibliotecas y llenando las horas de asueto con lecturas extemporáneas y películas con las que Adrián, mi compañero de piso, pretendía iniciarme en esto del cine ("Tienes que ver Platoon es una gran película", "¿cómo que no has visto Réquiem por un sueño?", "no dejes nunca de ver La delgada línea roja, o La chaqueta metálica) con la anuencia de Alejandro ("¿Has leído Homenaje a Cataluña pero no has visto Tierra y libertad?", ¿cómo es posible que no hayas visto Apocalypsis Now y dices haber leído El corazón de las tinieblas?). Ha sido el estadio de mi vida que más creaciones cinematográficas he visto. A los dos, gracias. Y examen tras examen iba labrando el título de politólogo, aunque los pocos profesores que te enseñan algo de Ciencia Política se pueden contar con los dedos de la mano. Para librarse de los tediosos exámenes bastaba con poner en funcionamiento esa máquina de hacer trabajos que aunaba inteligencia y tejía complicidad desde Friol hasta Amoeiro pasando por Valencia de Don Juan. Pero no todo eran amapolas y mariposas en la facultad. Ciertamente asistía a magistrales clases de Ramón Máiz, me adentraba en el mundo de las relaciones internacionales de la mano de Rafael García o mantenía deleitosas discusiones con Celestino. Pero, simultáneamente, padecía infamantes clases de un rollizo y estulto profesor, que no diré su nombre, ni la empresa de la que era (sic.) "Chief manager", para que no se cumpla el certero aserto de Groucho Marx: "Los amigos van y vienen, los enemigos se acumulan". Luis, que te jactabas de tener amigos importantes, que lo mismo nos hablabas de tu furibundo estado de ánimo cuando ponías en práctica alguna que otra dieta que nos contabas los insulsos chascarrillos de tu empresa. Luis, querido, vaite ao carallo!

En Compostela siempre hay algo interesante que hacer, pasear por la zona vieja, escuchar a algún anónimo pianista interpretar alguna polonesa de Chopin en el Café Casino, tomarte una caña en el Moores, escrutar las estrellas contemplando Belvís desde el jardín del Momo o adentrarte en el Tarasca a descubrir melodías del éter en un libertino garito nacionalista. Como último recurso siempre puedes dedicarte a escudriñar las particulas de agua que conforman la lluvia.

A finales de abril nos licenciamos, con el padrinazgo de Santiago Carrillo. Lety, Cecy y Pelly me acompañaron y, de paso, conocieron a unas amigas, el mejor regalo que traje de mi estancia en tierras galaicas, las auténticas estrellas de Galicia. Laura, Isa, Lorena, Leti... Remembro esas fiestas que culminaban en un karaoke cantando decadentes canciones de periclitados artistas. ¡Ojalá nunca perdáis vuestras miradas constantes, vuestras palabras precisas, vuestras sonrisas perfectas!

¡Qué dispendio de horas en la biblioteca, Leti! ¡Cuántas horas en la Concepción Arenal haciendo como que estudiábamos! Recuedo cómo, con vocación maternal, me apremiabas a centrarme: "a los apuntes, para qué quieres leer eso ahora", "Jorge, que el examen es mañana". El caso es que aprobar, aprobábamos.

Y, nuevamente, como ocurrió al culminar el primer año en Santiago, mi álter ego, esta vez sin hacer escala en la capital gallega en su trayecto de León a Burgos, me trajo de vuelta a León. Y en estío toca Valencia de Don Juan, este vez enredados a lanzar dardos lo más centrados a la diana y, sobre todo, procurando hacer el vago. Y los sábados descubriendo la música house en la Bo.karoo, ¿quién no conoce en Valencia de Don Juan a Luis López? Otro rollo.

Y después de dos meses sabáticos dicen que trabajé más de un mes para ADECCO en la implementación de la empresa Brico Dêpot, pero la imagen que retengo de la nave es jugando al ahorcado con Raúl, Alfonso, Lucía y Esther. Buen trabajo. Posteriormente, una amiga de la Universidad, consciente de que iba a matricularme en el CAP (título que teóricamente te faculta para ser docente en enseñanzas medias) me ofreció la posibilidad de impartir clases de refuerzo para los chicos de ALENHI (Asociación leonesa de afectados por el trastorno de déficit de atención con o sin hiperactividad). Quiero que aquí conste mi admiración por el trabajo que realizan desde la asociación, en especial Gloria Valbuena, su presidenta.

Disputé el VIII Congreso de las Juventudes Socialistas de León. De aquel Congreso me quedo con lo mejor, con toda la gente del grupo. Del proceso, con los rostros de entusiasmo y con la ilusión generada. Del poscongreso, con las tertulias telemáticas, con la hermenéutica ecuacional del mobiliario (de la ciclópea balaustrada a la pequeña bombilla) y, gracias al trabajo de los amigos de Valencia de Don Juan y aledaños, con el Debate Intergeneracional. 29 años con nuestra Constitución del día 6 y con el Concurso Literario.

Retornando a la infancia con Pocoyó concluyo un año más, distinto, pero uno más al fin y al cabo. Una divisa, la que el capitán nos enseñó en sus versos: "No me detuve en la lucha. / No dejé de marchar hacia la vida, / hacia la paz, hacia el pan para todos,..."

Siempre.

1 comentario:

Javier Revilla Casado dijo...

El que acaba de entrar será todavía mejor, compañero. Suerte, salud. Gracias por el 2007.