4 de mayo de 2008

Manuel Azaña: "La velada en Benicarló"

Desde el punto de vista humano, es un consuelo. Desde el punto de vista español, una esperanza

Título: La velada en Benicarló, en Volumen 6 de Obras completas (Edición de Santos Juliá), páginas 33 a 92
Autor: Manuel Azaña
Edición: Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Mº de la Presidencia
Año: 2007
Lugar: Madrid

"No será un triunfo personal, porque cuando se tiene el dolor de español que yo tengo en el alma, no se triunfa personalmente contra compatriotas. Y cuando vuestro primer magistrado [la conciencia personal] erija el trofeo de la victoria, su corazón de español se romperá, y nunca se sabrá quién ha sufrido más por la libertad de España." De este modo culminaba ManuelAzaña uno de sus memorables discursos de guerra, en este caso el pronunciado el 21 de enero de 1937 en el Ayuntamiento de Valencia. Tres meses más tarde, en Barcelona, el Presidente de la República escribió un vibrante diálogo que protagonizan distintos personajes de la España republicana.

Los diálogos versan sobre los dramáticos hechos que acaecieron en nuestro país: los infundados pretextos que suscitaron la rebelión militar; la invasión, inducida por los facciosos, de alemanes, italianos y marroquíes; las represalias que en ambos bandos segaban la vida de miles decoterráneos ; la disyuntiva entre hacer la revolución o ganar la guerra; España como nación y la predilección de los pueblos por la exclusión y aniquilación del diferente.

El discurrir de la plática sirve de excusa a nuestro autor para plasmar las reflexiones suscitadas por la Guerra Civil española:

Atrocidades cometidas
"Con una diferencia importante. En esta zona, las atrocidades cometidas en represión de la sublevación, o aprovechándola para venganzas innobles, ocurrirán a pesar del Gobierno, inerme e impotente, como nadie ignora, a causa de la rebelión misma. En la España dominada por los rebeldes y los extranjeros, los crímenes, parte de un plan político de regeneración nacional, se cometían y se cometen con aprobación de las autoridades" Claudio Marón, abogado, burgués y de ideología liberal (pág. 42).
La participación extranjera en el conflicto
"El fanatismo político no me domina, como a otros. Quizá sean hoy la mayoría en los dos campos, por efecto de la guerra. Cuantos conservan un poco de buen juicio, estorban. Habrá quien no habiéndolo perdido, disimule por ahora que lo conserva. En el campo rebelde hay gente como yo. A veces pienso en ellos. ¿Qué dirían si la rebelión triunfase con sus medios actuales? Tienen ejércitos alemanes e italianos, sin contar los marroquíes. Cuando esta gente, supliendo la impotencia de la rebelión, se apodere del territorio español, los generales extranjeros se despedirán de los generales españoles: «Ahí hemos conquistado para vosotros la península.Tomadla. Ya podéis mandar y triunfar en ella. Buen provecho». Antes de que cobren la factura, alguno de mis antiguos compañeros irá a reunirse conmigo en el rincón donde entierren a los que se mueren de vergüenza." Blanchart, Comandante de infantería (pág. 45).
Libertad religiosa
"Añada usted, sobre todo en lo que concierne a las mujeres, el horror a las leyes laicas. Les habían hecho creer en el exterminio de la religión, en el reino del anticristo. Creencia compartida, autorizada, por algunos varones de talla, enfermos de ansiedad. Aunque los creyentes seguían oyendo misa, recibiendo los sacramentos y frecuentando los actos del culto; aunque el clero disfrutaba de libertad para atacar a los poderes públicos (la monarquía no se lo hubiera consentido), muchos, las mujeres especialmente, daban más crédito al hechizo de su fanatismo que a la experiencia personal de cada día." Garcés, ex ministro (pág. 50).
Enemigos de la república
"Enumerados por orden de su importancia, de mayor a menor, los enemigos de la República son: la política franco-inglesa; la intervención de la armada de Italia y Alemania; los desmanes, la indisciplina y los fines subalternos que han menoscabado la reputación de la República y la autoridad del Gobierno; por último, las fuerzas propias de los rebeldes. ¿Dónde estarían ahora los sublevados de julio, si las otras tres causas, singularmente la primera, no hubiesen obrado a su favor?" Garcés, ex ministro (pág. 51).
La legalidad frente a la negación de la ley
"Ellos son la negación de la ley, nosotros somos el Gobierno, la legitimidad, la República. Una conducta noble, sin otro rigor que el de la justicia, habría robustecido la autoridad de nuestra causa. Yo estaba en Madrid la terrible noche de agosto en que fue asaltada la cárcel y asesinadas por una turba furiosa algunas personas conocidas. Yo también hubiese querido morirme aquella noche, o que me mataran. La desesperación no me enloqueció... ¡Ingrata fortaleza! El Presidente del Consejo lloraba lágrimas de horror. Razón le sobraba." Garcés, ex ministro (pág. 68)
La Ilustración y el régimen
"El problema se reduce a un problema de libertad, de razón, de dignidad humana. A implantar un régimen tolerable, tolerante, manifiesto en un Estado más inteligente, más próximo a la moral social de nuestro tiempo, que aproveche mejor el valor de los hombres y respete la independencia del juicio. Es punto esencial. Confío en que acabada la trifulca reaparezca la libertad de opinión." Eliseo Morales, escritor (págs. 70-71).
La civilización frente a la barbarie española
"La crueldad, el orgullo, la cobardía, la ambición son prendas de la especie. La civilización, que no consiste en fabricar tractores sino en cultivar los sentimientos y domesticar los impulsos feroces, se esfuerza en apartarnos del impulso natural humano. Los grandes sistemas que se han disputado o se disputan la educación moral del mundo no han podido variar nuestra índole, pero autorizan su norma con el ejemplo de algunos testigos, y se propagan, se imponen, se mantienen por el prestigio, la coacción y el hábito. Un nuevo tema civilizador no brota de la espontaneidad turbulenta. Se condensa y declara en el ápice mental de algún sujeto insólito, de donde recae como la lluvia y la luz. Penetra hasta donde puede. El mar resplandece en la superficie y es oscuro, sordo, en el fondo." Garcés, ex ministro (pág. 74).
El interés nacional
"¿Se identifica la paz con el interés nacional y es posible en su nombre que un pueblo rehaga su cohesión y unifique su conducta? En términos generales, nadie le dirá a usted que la paz sea contraria al interés nacional. Pero no ha habido una sola guerra en que el agresor y el agredido hayan dejado de invocar el interés nacional para sostenerla, y una gran parte de la nación haya dejado de admitirlo, de creerlo. ¿La paz interior, la conservación del patrimonio material y espiritual? Parece aún más claro. Sin embargo, ahí tiene usted a la nacióndesgarrándose las entrañas y a los tres o cuatro Gobiernos que de hecho o de derecho existen en España invocando, con aplauso de sus secuaces, el interés nacional. Lo cual significa, y es lo importante para mi tesis, que ni siquiera el mantenimiento de la paz interior, postulado fulgurante, al parecer, del interés común, disciplina a la nación y la agrupa en torno de su objeto. ¿Cuál será entonces el dictado del interés nacional, bastante a obtener elasenso de todos? ¿La independencia? Si no lo es, no queda ninguno." Garcés, ex ministro (pág. 83).
El español intransigente
"Ustedes decían que el enemigo de un español es otro español. Cierto. ¿Por qué? Porque normalmente es de otro español de quien recibimos la insoportable pesadumbre de tolerarlo, de transigir, de respetar sus pensamientos. España, en general no se ocupa del extranjero. El español medio, y no digamos el que está por bajo, cree saber que hay pueblos risibles, pueblos temibles. Descansa en la seguridad de no alternar nunca con ellos. En el fondo se encoge de hombros. El blanco de su impaciencia, de su cólera y enemistad es otro español. Otro español quien le hace tascar el freno, contra quien busca el desquite. ¿El desquite de qué ofensa? La ofensa de pensar contrariamente. El español es extremoso en sus juicios. Está enseñado a discurrir partiendo de premisas inconciliables." Morales, escritor (págs. 84-85).
El socialismo y el patrimonio nacional
"Aquella expresión: «Lo que hay de España es de los españoles», no pasa de ser una hipótesis igualitaria desacreditada. Del patrimonio nacional productivo vivimos todos, mejor o peor. Patrimonio formado por la suma de innumerables patrimonios particulares,téngalo presente, y el del Estado. Discurre usted como si el patrimonio nacional se formase de riquezas acumuladas y de los medios de obtenerlas o crearlas, solamente. Parte considerable del patrimonio es el trabajo, como quiera que aparezca y se aplique. El patrimonio será muy nacional, pero no es común. Vea usted si la diferencia es grave. Y en cuanto a nacional, lo menos posible. Se llama así solamente porque unos cientos de miles de Juanes y Pedros , sus poseedores, son de nuestra nacionalidad y usan el interés nacional como escudo protector. De los frutos del patrimonio nacional vivimos, pero muchos apenas viven, omalamente." Pastrana, prohombre socialista (pág. 89).
Suya es la vida
"Garcés: Mire usted aquéllos, en la orilla. Tampoco quieren dormir. Por otros motivos.

Barcala: Laredo y la Vargas... se arrullan

Morales: Suya es la vida

Lluch: Son tan de la muerte como nosotros. Si escribe usted la crónica de esta velada, no la falsifique acabándola con un símbolo trivial." (pág. 91).

1 comentario:

Anónimo dijo...

Vaaaaale, vaaaaaaaaaaale, ya veo que has actualizado. Tendré quetragarme mis endiabladas palabras, pues. Por cierto, se te ha colado una errata en el título(es una B eso que veo?)

Saludos!