23 de septiembre de 2009

Tiempo de Keynes, agotamiento del pensamiento neoliberal

Impuestos, crecimiento y bienestar

Lo primero que hacía al levantarse Keynes era ver cómo variaban las cotizaciones en bolsa de sus acciones. Acto seguido, daba las instrucciones necesarias para incrementar sus beneficios. Concluyendo: el más influyente teórico de lo que se conoce como la economía bienestarista era un individuo con ánimo de lucro. Keynes, aprendida la lección de la Gran Depresión de los años 30, proponía a los poderes públicos del Estado que aplicaran una política contracíclica que aminorase los efectos de las crisis, puesto que estas son indisociables del sistema capitalista y una de sus principales características.

Cuando, como ahora, nos encontramos en una fase recesiva de la economía, el Estado debe estimular la demanda, recurriendo a políticas expansivas del gasto público –sin descartar, por supuesto, el endeudamiento- y utilizando los impuestos como mecanismo de redistribución de la riqueza para que, de este modo, el ahorro se convierta en consumo. Así se mitigan los perniciosos efectos del ajuste y se encauza a la economía por la senda del crecimiento. En la siguiente fase del ciclo, la expansiva, se procede a elaborar unas cuentas públicas con superávit -es decir, con más ingresos que gastos- o equilibradas. Al final de todo el período la estabilidad económica estará garantizada, el Estado habrá corregido los fallos del mercado sin renunciar a este como mecanismo de asignación de los recursos y se reducirán las desigualdades sociales.

En el lado opuesto del pensamiento económico encontramos al neoliberalismo, que, teniendo como referentes próximos a Friedman y a los seguidores de la escuela austriaca Von Mises y Hayek, opta por reducir hasta la mínima expresión el peso del Estado en la economía, lo que implica renunciar a las grandes políticas sociales públicas, encomendándolas al mercado, y aboga por la reducción drástica de los impuestos, con independencia de la fase del ciclo en la que nos hallemos, dado que los considera una intromisión ilegítima del Estado en la libertad de los individuos y un lastre para el crecimiento económico. O lo que es lo mismo: las políticas que nos han llevado al marasmo en el que estamos sumergidos.

Publicado en La Crónica de León el miércoles, 23 de septiembre de 2009, página 2

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