18 de noviembre de 2009

El artillero "Jito" o la tragedia de la Cultural y Deportiva Leonesa

La tiranía de 'Jito'

Mis escasos conocimientos de fútbol no los adquirí jugando en el Ejido. Ni en los gélidos entrenamientos protagonizados por esos niños cargados de ilusión que aspirábamos algún día a marcar un gol en el legendario y trasatlántico Estadio Azteca. Lejos de jugar en el gigante, me queda el consuelo de haber tenido la ocasión de defender –es un decir, más bien habría que decir que lo intenté sin éxito, como los del Madrid- a Cascón -la mayor promesa que en muchos tiempos ha dado la cantera de la Cultural y Deportiva Leonesa y que participó en el meritorio 4-0 que el Alcorcón le endosó al Real Madrid en la Copa del Rey- cuando ya sobresalía en el Loyola, el equipo de los jesuitas leoneses.

Las pocas ideas que tengo claras sobre este deporte, que mueve tantos millones como pasiones levanta, las aprehendí en novelas ambientadas en los años treinta en Galicia. Los trágicos treinta. Por desdicha, España nunca tuvo los relojes en hora con una parte importante del continente durante el siglo XX: llegamos los primeros a la guerra y fuimos de los últimos en llegar a la democracia. Los libros arden mal, la mejor novela de Manuel Rivas y de la narrativa gallega, desvela cuáles son los dos secretos del buen futbolista, al evocar a Chacho, el mítico jugador del ‘Deportivo coruñés’: “Hay que pasar el balón –que es el que tiene que correr, que para eso es redondo, no el deportista- colgado de un hilo”.

Chacho, como tantos otros emblemáticos miembros del equipo de la Torre de Hércules, tenía el don del “pase preciso”. Ese don fue compartido posteriormente por jugadores coruñeses como Amancio Amaro o Luis Suárez, que crecieron dando patadas a un balón en el muelle de Occidente conscientes del límite del campo de juego: la mar.

Este domingo, por fin, la Cultural ha marcado un gol y no ha sido obra del delantero Juan José Silvestre, más conocido como ‘Jito’. Hasta ahora, solo era capaz de puntuar si el artillero catalán marcaba los mismos goles o uno más que el equipo rival. Y así iba tejiendo infalibles telarañas desde sus botas a la red, noqueando una y otra vez al portero contrario. La tiranía de ‘Jito’. La tragedia de la Cultural.

Publicado en La Crónica de León, el 17 de noviembre de 2009

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