9 de diciembre de 2009

Es buena (recordando a Solé Tura)

Echando cuentas: Los que prefieren la república como forma de gobierno no se entusiasman. Los que abogan por un Estado centralista no les apasiona la idea de las Autonomías. A los independentistas, el Estado autonómico les limita considerablemente la acción discursiva. Los auténticos liberales no gozan con la idea de que la propiedad privada se reconozca al mismo tiempo que se subordina al interés colectivo. Podría seguir indefinidamente y cada uno de ustedes se ubicaría en alguno de los grupos que, en alguna o varias cuestiones, rechazan parte del texto constitucional. A pocos les gusta la totalidad del texto.

En cambio, su éxito estriba en que no es una norma en la cual una parte de la sociedad ganó todo para que otros perdieran. Al contrario: al ceder todos bastante, el resultado, sin enfervorizar a nadie, ha permitido a la ciudadanía española desarrollar con relativa armonía durante más de treinta años un exitoso proyecto colectivo sin precedentes en nuestra historia. En efecto, formamos parte del período de libertades políticas y derechos cívicos más extenso jamás conocido. Es un privilegio, sí; pero, sobre todo, preservarlo en el tiempo es una responsabilidad que debemos asumir con las generaciones venideras.

Fíjense si la Constitución es útil que hasta permitió a Ibarretxe mantener durante años un feroz combate en un imaginario ring contra el Estado, cuando, en realidad, nuestro texto le convertía en el máximo representante del Estado en el País Vasco. Fue el troglodita más famoso con su Plan, pero ahora ya nadie se acuerda de él. Aunque repudiara nuestra Carta Magna, porque suponía una limitación a sus aspiraciones involucionistas, le permitía nadar en la piscina como lo hacía el Tío Gilito gracias al reconocimiento de los derechos forales. Paradojas constitucionales.

Concluyendo sin grandilocuentes discursos: la Constitución es la pieza angular de nuestro ordenamiento jurídico. El sustrato que reverdece la democracia como régimen político. La que posibilita un punto de encuentro entre diferentes, permite la alternancia política en las instituciones e integra a todas las fuerzas políticas en el sistema. Es buena.

Publicado en La Crónica de León, 9 de diciembre de 2009, página 2.

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