20 de enero de 2010

La Unidad Militar de Emergencias dentro del nuevo ejército


Ejército posmoderno

Desde que el Estado moderno tomó forma en Westfalia, allá por el siglo XVII, cuando nuestro continente transformó su ordenación política, basándose, desde entonces y hasta que la Unión Europea se ha cristalizado, en el concepto de soberanía nacional, el ejército ha sido la institución garante de la independencia territorial de los países, cuya bélica misión de defenderse del enemigo fue noble y fallidamente discutida en su momento por el internacionalismo obrero (cuestionamiento que fracasó cuando al albor de la Gran Guerra, la primera mundial, primaron los intereses nacionales sobre la consigna de clase -convocar una huelga general ecuménica- que pretendía evitar el conflicto).

Incluso los más ortodoxos liberales, que siempre han abogado por un Estado mínimo que se limitara a las funciones de policía y se abstuviera de intervenir en la economía para procurar alguna suerte de justicia social, han defendido a la empresa más improductiva del sector público, que solo reporta cruentos beneficios cuando se activa la maquinaria bélica. Y así se ha ido narrando la historia. Así fue cómo nos entretuvimos los europeos durante más de tres siglos: matándonos los unos a los otros por un trozo de terreno, por un retal de bandera.

En la actualidad, nuestro proyecto común europeo atesora una virtuosa característica que atañe a las relaciones de buena vecindad entre naciones: elimina totalmente la posibilidad de un enfrentamiento armado entre países miembros y teje una tupida red de intereses compartidos con terceros que reduce los pretextos para las controversias e incentiva los de cooperación. En resumidas cuentas: que la amenaza de España no es Francia, ni Portugal; tampoco Argelia o Marruecos. Por consiguiente, se juzga necesario seguir reformulando el papel que desempeña hoy nuestro ejército.

Bien sea en Haití, donde la tragedia se ceba con la pobreza, bien sea quitando nieve por nuestras carreteras, la creación por parte de Zapatero de la Unidad Militar de Emergencias se ha revelado como un gran acierto. Es ilógico infrautilizar a parte de nuestro ejército bruñendo armas en los cuarteles si pueden prestar un útil servicio a la sociedad.

Publicado en La Crónica de León, el 20 de enero de 2010, página 2

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