16 de junio de 2010

La soledad del Presidente

La amante de Zapatero
"Coyanza, 1975", fotografía perteneciente al álbum de fotos "La ventana de una lágrima"
Me ilustra un amigo acerca del papel que han de desempeñar los ministros de cualquier Gobierno. Y, básicamente, no es otro que tener presencia constante en los medios de comunicación y en cualquier foro organizado por la sociedad civil, explicar las decisiones tomadas y defenderlas de los previsibles, y saludables si son constructivos, ataques de quienes legítimamente discrepen. Asimismo, tienen que dar la cara permanentemente por quien les nombró y, llegado el momento, actuar como un fusible: es decir, quemarse ellos y proteger al Presidente del cortocircuito. Lo contrario de lo que hacen la mayoría de los que componen el actual ejecutivo que dirige nuestro paisano Zapatero.

Salvo distinguidas excepciones, entre las que destacan Alfredo Pérez Rubalcaba y José Blanco, los ministros de Zapatero son simples gestores, grises a la par que honrados -de este Gobierno aún no se ha detectado ningún caso de corrupción reseñable y, aunque este dato no merecería ser destacado porque es un requisito ineludible para cualquier gestor público, desgraciadamente lo merece-, que la ciudadanía apenas conoce por su nombre y difícilmente es capaz de ubicarlos en un área de gestión concreta. Son, por lo demás, políticos con escasa vinculación al partido por lo que huyen prestos de las convenciones, las reuniones con la militancia o los tradicionales mítines que insuflan ánimos a las bases de cualquier organización política, que son las que hacen posible que ellos sean élites.

Se está criticando en exceso la estructura del gobierno y la necesidad o no de determinados ministerios, como si en España no existiera un problema de desigualdad salarial o de acceso a la vivienda. Pero la realidad, por ejemplo, es que desconocemos a qué se dedica uno de los que más presupuesto gestiona como es el de Medio Ambiente, Rural y Marino por la falta de peso político de su titular.

Tras la convocatoria de la huelga general por parte de los sindicatos, Zapatero se ha convertido en el presidente de la democracia más atacado desde todos los flancos. Pero no puede quejarse, por decirlo con Sabina, cuando le hablan de esa amante inoportuna que se llama soledad. 

Publicado en La Crónica de León el 16 de junio de 2010, página 2 

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