23 de junio de 2010

León se rinde ante el maestro Joaquín Sabina

 Y sin embargo

Hace un año nos encontramos aquí por primera vez. Más de 121.000 caracteres desde entonces. Es el fruto de tantas resacas literarias como ensayos incomprendidos, de tantas tertulias acerca de sesenta y ocho mayos como de alguna primavera en Praga. De mi ignorancia. Intrépida e infructuosamente intenté detener con el diccionario las balas de la jodida y ennegrecida mano invisible que ha arrumbado los sueños de una generación que sin pretender calarnos la boina al estilo del Che nos repugna el legado de ese mediocre actor llamado Reagan que nos metió, con dama de hierro incluida, en este lío en el que nos hallamos y del cual no salimos.

No teníamos nada que celebrar de día por lo que esperábamos a que cayeran las noches, hasta quinientas o diecinueve, quién sabe, para ahogar nuestras penas en litros de cerveza que humedecían aún más las mojadas calles del barrio en este gélido invierno. Aguardábamos en aquel bulevar las primeras catenarias que nos trasportarían hacia otras zonas más alegres de la ciudad, quizá con congresos y palacios o tal vez con peces y acuarios. Menos melancólicas. Cultivábamos versos de Benedetti, pero, de manera ineluctable, hicimos crash mientras los zopilotes de Wall Street hacían caja. Nuevamente tuvimos que conformarnos con regar de bourbon las macetas para que brotara algún rosal.

Con la ausencia de Miguel cantábamos el romancero y sembrábamos de lágrimas el campo junto a Josefina. Con escenas de Bertolucci en la retina, nos arrancábamos los ojos al releer los proféticos y amargos versos de Neruda que como bastardos y certeros puñales hallaron el corazón de Lorca. Nos expulsaban de la Audiencia Nacional mientras formalmente volvíamos a nuestros cuidados: habían vuelto a pasar los nacionales.

Decía que hace un año nos encontramos aquí por vez primera. También les hablé de mis inquietudes, de mi vasta ignorancia. Decía que a lo largo de este tiempo vomité miles y miles de caracteres. Y lo hice mientras iba ajustando cuentas con Quique González o me rendía ante la maestría lírica de Serrat. Y sin embargo, sobre todos ellos, apoyado en la música de quien ha puesto banda sonora a nuestras vidas. Contigo, Sabina.

Publicado en La Crónica de León, 23 de junio de 2010, página 2  
"Campo policromático", fotografía perteneciente al álbum hermano 'La vetana de una lágrima'

1 comentario:

@ngel dijo...

Tengo que decirte que escribes muy bien ..!!.. me gusta.
Saludos