7 de julio de 2010

Impuestos o compras colectivas

Cómo gastar nuestro dinero

La gran paradoja: los ciudadanos demandan carreteras, hospitales, escuelas, residencias, aeropuertos, parques, clases de yoga, ferrocarriles, aceras en buen estado, seguridad ciudadana, autovías, centros culturales, centros de día, gimnasia de mantenimiento, prestaciones por desempleo, escuelas deportivas, pensiones, animadas fiestas patronales, una eficaz administración de justicia, cursos de encaje de bolillos, centros juveniles, escuelas de música, universidades, alumbrado público, etc.; mientras, simultáneamente, aborrecen, cuando no evaden, pagar impuestos. Es imposible obtener lo anteriormente enumerado si no dedicamos una parte importante de la riqueza que como individuos generamos a comprarlo.

El liberalismo económico es hijo de la modernidad. Los modernos entendieron la libertad de manera negativa. Según su razonamiento, uno no es libre si puede hacer cosas sino si nadie interfiere en sus acciones. Trasladado al debate acerca de la subida de impuestos que hoy nos ocupa: uno sería más libre en tanto que el Estado, es decir, “todos nosotros”, rebajara la presión fiscal. De esta manera, cada persona tendría mayor renta disponible para emplearla como le viniera en gana. Grosso modo: menos impuestos implica menos servicios públicos y de peor calidad. También implica una sociedad más injusta, ya que los poderes públicos se abstendrían de procurar un reparto equitativo de la renta y la riqueza, confiando en vano esta tarea al mercado.

España tiene unos impuestos anormalmente bajos en comparación con el resto de socios europeos -el IVA es solo un ejemplo-. En consecuencia, muchos de los servicios públicos son deficientes. Nuestro modelo de crecimiento, que agravó la crisis en la que nos encontramos, primó ante todo el gasto individual y basó su razón de ser en la expansión del crédito que irresponsablemente y sin interferencias empleamos en adquirir viviendas e importar vehículos cuando no hace falta ser economista ni muy espabilado para comprender que la inversión que todos teníamos que haber realizado como país era en educación y en investigación, las dos claves para mejorar nuestra productividad. Rectifiquemos.

Publicado en La Crónica de León el 6 de julio de 2010, página 2

"Estación Thatcher", fotografía perteneciente al álbum hermano "La ventana de una lágrima"

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