18 de agosto de 2010

Privilegios de la Iglesia en tiempos de crisis

Alivio de clero

La coyuntura es complicada y, aunque nuestra situación financiera esté estabilizada, el paro sigue siendo un grave problema. Si retirásemos el estímulo de la obra pública incidiríamos negativamente en el empleo, retrasando la recuperación económica. Zapatero lo ha expresado con una alambicada expresión: “aliviar el recorte presupuestario en infraestructuras”.

Para enriquecer el debate, nos vemos en la obligación de sugerir un caladero donde meter la tijera -o la máquina de podar, que quizá fuera más conveniente- para proseguir con la consolidación fiscal, robustecer nuestro sistema democrático y despojarnos de residuos feudales sin afectar a nuestro crecimiento: la Iglesia. Si dependiera de esta anacrónica institución, seguiríamos viviendo en un planeta plano -como el encefalograma bajo su dominio-, alrededor del cual giraría el sol; si dependiera de su sucursal española, seríamos aún martillo de herejes y espada de Roma, por utilizar la piadosa expresión de Menéndez Pelayo. O tal vez bendeciríamos cañones de fuego cruzado, como hacía el Cardenal Gomá a finales de los años treinta.

El nuestro es uno de los pocos países en los que la Iglesia no solo incumple el Concordato, acuerdo de derecho internacional en el que se comprometían a autofinanciarse, sino que aún es el Estado, es decir, usted y todos, quien llena sus arcas: unos 6.000 millones de euros al año. Siendo la primera propietaria de inmuebles en España no pagan ni un céntimo a los ayuntamientos mientras a todos nos exigen esfuerzos que con gusto realizamos para sacar adelante nuestro proyecto colectivo. Y lejos de ser agradecidos, intentan imponernos su moral en la esfera pública: dictándonos las leyes, las convicciones y delimitando nuestras conductas sociales, es decir, menoscabando nuestra libertad.

Creo que todos preferiríamos recortar sustancialmente la ingente e injustificada cantidad de millones que percibe la Iglesia y que a cambio se aceleraran los plazos de la anhelada autovía a Valladolid o la que unirá La Robla con León. O que el AVE llegue hasta Gijón. No solo sería un acto de audacia económica sino una decisión que mejoría sustancialmente nuestra democracia.

Publicado en La Crónica de León, el 18 de agosto de 2010, página 2

'El mirador del tiempo', fotografía perteneciente al álbum hermano 'La ventana de una lágrima'

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