Poesía social
Lo mismo que
inventar es comprender
algo que aún no
existía
y traducir lo oscuro
al lenguaje de la luz,
leerlos fue soñar
con un idioma
sin la palabra
usura,
sin
miseria,
injusticia,
desigualdad,
prohibido...
sin palabras que
fuesen el veneno en el agua
y la sal en la
herida.
Si otros querían
vidas análogas a un mundo
en el que el
generoso es rehén del ingrato
y el fuerte hace
culpable de su violencia al débil
y el embustero acusa
al engañado de
querer saber,
ellos hablaban
siempre de libertad,
banderas,
equilibrio y razón.
Cuando oían que
nada es verdad para siempre,
que todo se
transforma con decirlo al revés,
del modo en que el
azar se hace la raza
o
el líder el redil
o
el animal la lámina,
contestaban
que era posible un mundo
en
el que se pudiese cambiar de dirección
sin
cambiar de sentido
-como
aviva,
como oro,
como radar,
como ala-;
un
mundo con respuestas, más allá del pasado,
en
el que cada vida no pudiese encerrarse
en
un solo destino.
Ellos
creían eso como yo creo en ti.
Que
no te extrañe verte dentro de este poema:
el
amor se parece a las otras libertades
en
que a todas les siguen los mismos enemigos.
Benjamín
Prado, 'Poesía social', libro Ya no es tarde
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