2 de enero de 2017

Milan Kundera - La identidad

"—¿Por qué vivimos? Pues para abastecer a Dios de carne humana. Porque la Biblia, mi querida señora, no nos pide que le busquemos un sentido a la vida. Nos pide que procreemos. Amad y multiplicaos. Compréndame bien: el sentido de ese «amad» queda determinado por ese «multiplicaos». Ese «amad» no significa en absoluto amor caritativo, piadoso, espiritual o pasional, sino que quiere decir simplemente: «¡haced el amor!», «¡copulad!»... —suaviza la voz y se inclina hacia ella— ...«¡follad!». — Como un discípulo adepto, la señora lo mira dócilmente a los ojos—. En eso, y nada más que en eso, consiste el sentido de la vida humana. Todo lo demás son tonterías. 

     El razonamiento de Leroy corta como una hoja de afeitar, y Chantal está de acuerdo: el amor como exaltación de dos individuos, el amor como fidelidad, como apasionado apego a una única persona, no, eso no existe. Y, si existe, sólo es como autocastigo, ceguera voluntaria, reclusión en un monasterio. Se dice que, incluso si existe, el amor no debería existir, y esta idea no la amarga; por el contrario, siente una felicidad que se extiende por todo el cuerpo. Recuerda la metáfora de la rosa que atraviesa a todos los hombres y se dice que ha estado viviendo en una reclusión amorosa y que ahora se dispone a obedecer al mito de la rosa y a confundirse con su embriagador perfume. En este punto de sus reflexiones se acuerda de Jean-Marc. ¿Se habrá quedado en casa? ¿Habrá salido? Se hace esas preguntas sin emoción alguna: como si se preguntara si llueve en Roma o si hace buen tiempo en Nueva York..."

Milan Kundera, La identidad (Tusquets, ed original 1997, trad. 1998)

Imagen de la película 'La insoportable levedad del ser', basada en la novela homónima de Milan Kundera.

No hay comentarios: